La oreja tiene una escasa responsabilidad funcional pero una gran trascendencia estética. Cualquier alteración en forma, tamaño o posición genera preocupación.
Existen dos grandes grupos de problemas auriculares:
Las mal posiciones se centran sobre todo en las orejas en asa y desplegadas. Se trata de un problema estético y sobre todo psicológico. Ni todos los niños, ni todas las orejas, son iguales ni merecen el mismo tratamiento. Su corrección debe ser individualizada, incluyendo técnicas diferentes incluso para cada lado. Podemos realizar un tratamiento “preventivo” a partir de los cinco años o uno correctivo cuando el paciente acuse los primeros “síntomas”.
El segundo gran grupo lo forman las malformaciones que agrupamos bajo el término de microtia, ya que el defecto es siempre una falta de formación y puede variar desde una ausencia completa o parcial con afectación o no del conducto auditivo. En las formas unilaterales el déficit auditivo está compensado. Existen formas aisladas o asociadas a diferentes síndromes. Las formas bilaterales tendrán una hipoacusia de trasmisión y necesitarán el manejo de un otorrino especializado. En la intervención se utiliza los cartílagos costales para reproducir un esqueleto auricular lo más parecido al sano, que se coloca por debajo de la piel y en su posición exacta. Un año después se reproduce el surco retroauricular para dar tridimensionalidad a la nueva oreja.
La oreja también es asiento de traumatismos que pueden variar en gravedad y repercusión, desde pérdidas completas hasta lesiones menores como el desgarro del lóbulo. Su manejo es difícil y especializado.